26/3/08

I

Chapa su combi con el periódico en la mano. No es tan tío pero su pelo grisáceo se apelmaza al cráneo dejando una ola adelante que mezcla a Elvis con el traje de bailarín de salsa. Aunque se vea medio caficho el tío sabe bien que son sus dominios. Se sienta en la parte de atrás estirando sus piernas cansadas y mira con desconfianza a los demás.
Parece que está asado porque nadie lo entiende, porque su mundo es el mejor.

Ése día Matico estaba yendo a recoger unos encargos al mercado de la Aurora, en pleno centro de Lima. Mientras esquivaba la miasma con la misma pericia para no ensuciarse los zapatos, iba caminando agitado e iracundo a verse con la persona encargada. "Oe y, qué tal compare" "nada pues tío, como siempre". "¿Tienes mi encarguito?". El hombre sacó la maleta horrible y se la pasó al viejo, quien parecía que andaba recontra duro. Revisó el contenido y le pareció conforme. "Chau, nos vemos el lunes" le dice.

Se va al billar a abrir el paquete. Se sienta frente a la mesa número uno, junto a la palomillada. Medio pavo el tío. Mientras los chibolos lo van alucinando el tío abre la maleta y saca la merca: Guantes. A cinco lucas los guantes para los que les sudan las manos. Le compraron dos y eso fue todo. Con las diez lucas pidió un par de chelas y se puso a chupar con un tío medio cieguito, pero que también se prestaba para el asunto. Acto seguido cogió una combi y se fue a visitar a su pata Miguelón del Rímac, para ver qué novedades.

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